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Nuno Brandao. «La crisis trajo un poco eso. Tiempo para pensar y para depurar»

Entrevista a Nuno Brandao

Ganador del Concurso para el nuevo intercambiador de Campanhã, Oporto

Hace mucho tiempo que Nuno Brandao y yo no teníamos la oportunidad de sentarnos a conversar con calma sobre las cosas de la vida y de la arquitectura. Su reciente victoria en el concurso para el nuevo intercambiador de Campanhã ha supuesto una excusa perfecta para marcar un encuentro con cierta calma dentro de un viaje a Oporto que, como siempre, está demasiado cargado de cosas que hacer.

Esta no es una excepción. Nos ha costado unos cuantos correos cuadrar agendas y encontrar el momento adecuado, de manera que, directamente desde el aeropuerto y sin pasar por el hotel, me bajo del metro en la parada de Lapa y desciendo con la maleta por las escaleras del conjunto de Bouça para acudir a la cita marcada en su estudio. Y es que el estudio de Nuno Brandao ocupa las dos plantas superiores de uno de los pequeños volúmenes auxiliares del conjunto de viviendas que Siza construyó para el SAAL hace cuatro décadas. Esta ciudad tiene estas cosas…respira arquitectura por los cuatro costados.

La conversación comienza en su estudio, continua en su coche mientras vamos a visitar una obra cercana que tiene en marcha y terminará mientras almorzamos ‘no Buraco’, un diminuto restaurante de comida casera en la ‘rua do Bolhão’, refugio habitual de arquitectos, y que siempre tiene cola en la puerta con clientes habituales esperando turno de mesa.

estudio
Estudio de Nuno Brandão Costa

En la pared de la sala en la que comenzamos a conversar cuelga en un corcho el cartel, ya bastante descolorido, de la primera conferencia que Nuno Brandao dio en Valencia cuando le invité por primera vez, hace ahora 10 años, y que fue el detonante de la monografía que preparamos entonces para TC. Sobre la mesa está el dosier del concurso ganado para el terminal intermodal de Campanhã, en el que ha sido elegido de entre 22 propuestas presentadas anónimamente en un procedimiento abierto. Nuno me comenta mientras acerca la pequeña maqueta de su proyecto que las propuestas están expuestas ahora en el hall del ayuntamiento, así que me planteo acudir mañana un momento a verlas.  Es un ‘no edificio’ de una escala emocionante. Su propuesta resuelve con un trazo fuerte, rotundo y que cobra escala urbana, un problema complejo que afecta una infraestructura fundamental para el barrio y un problema de relación con las playas de vías del tren.

terminal intermodal de Campanhã
Maqueta de la propuesta para el terminal intermodal de Campanhã. (Fot. Arménio Teixeira)

Nuno Brandao va explicando cómo ha optado por resolver el intercambiador a la cota inferior, aquella en la que se produce la conexión a través de los dos túneles existentes bajo las vías, y por lo tanto cómo evita una imposible conexión superior dada la realidad de la impermeabilidad de lo existente, para dotar al problema de una solución de borde, un límite. Este límite superior queda configurado por una pasarela apoyada sobre una secuencia de pórticos que traza una potente línea territorial de medio kilómetro aproximadamente, referenciando su propuesta a la interesantísima propuesta de las piscinas de Bellinzona del arquitecto Aurelio Galfetti.

Esta línea fuerte, que permite circular a dos niveles diferentes, apoya sobre la cubierta del intercambiador de autobuses propiamente dicho, que mediante una solución ‘topográfica’ pasa desapercibido salvo por la aparición de la perforación de la rotonda a modo de lucernario en un extremo, y la apertura del conjunto a modo de boca asociada a un plano prolongado en el otro final. Por lo demás, el ‘edificio’ es una potente y elegante estructura que resuelve un programa elemental pero de gran escala y complejidad de las circulaciones. La propuesta libera también parte del espacio para la aparición de un jardín que hace mucha falta a esta zona de la ciudad.

Propuesta para el terminal intermodal de Campanhã
Propuesta para el terminal intermodal de Campanhã

Reconoce Nuno Brandao que hace muchos años que no se presenta a un concurso de este tipo. En realidad, la situación actual de menos carga de trabajo le ha permitido afrontarlo con relativa calma y, lo que es más importante, pensar pausadamente sobre las raíces de los problemas y las posibles soluciones de un tema tan complejo. Circunstancia que el jurado compuesto por los arquitectos Carlos Prata, Marta Labastida, Vasco Morais y los ingenieros Carlos Manuel Rodrigues y José Pedro Tavares, ha sabido leer en la documentación elegante y sin concesiones al espectáculo presentada por Nuno Brandão y su equipo.

Poco a poco la conversación va derivando a otros temas, proyectos y trabajos: la biblioteca de Caminha, terminada después de más de diez años de trabajo y espera, y que ya aparecía en proyecto en la TC del 2009; la casa de Melgaço resultado de rehabilitar una pieza existente a la que se suma una extensión elaborada con las piedras de una ruina vecina; varias casas que se encuentran en construcción en este momento; y una propuesta para una casa en Coímbra muy sugerente que homenajea a la villa Saboye de Le Corbusier. No puedo evitar recordar, viendo esta última maqueta, cuando Livio Vacchini tapaba la parte superior de una imagen de la villa Saboye diciendo que era imprescindible para entenderla, y me atrevo a sugerir que falta el remate. Nuno, rápidamente, trae uno de los collages con los que tanto le gusta trabajar para mostrarme cómo la presencia de la escalera va a configurar el acceso desde la parte inferior hasta la cubierta resolviendo además el remate superior de la casa, que en realidad sí que estaba.

Collage de la casa en Coimbra
Collage de la casa en Coimbra

Le pregunto a Nuno por la casa ‘mental’ y me explica con detalle el punto de situación en el que se encuentra la obra, explicación que remata con un repentino: “mis proyectos son cada vez más sencillos, ¿no crees ? ”. A lo que le respondo que pienso que siempre lo han sido y si él cree que ahora todavía está sintetizando aún más. Esto me lleva a plantearle si ha habido cambios de estrategia a la hora de enfrentar el proyecto, o realmente no: “Creo que ahora no soy tan intuitivo como era antes, más mental. Todo es lógica y razón…quizás es una cierta madurez, ¿no? Bueno, la casa de Afife era muy sencilla y racional, y fue mi primera obra. Creo que ahora estoy a más cerca de esto otra vez que en algunas de las cosas que hice entremedias. La crisis trajo un poco eso”. Tiempo para pensar y para depurar, le pregunto, a lo que responde: “…y hacer las cosas con menos materiales. Cuando el coste está contenido no puedes complicar. Empieza siendo un condicionante y descubre que puede ser un motivo conceptual. No es simplicidad como capricho, ni como una cuestión estilística. Tampoco es esa idea de depurar que también tiene carga estilística y no me motiva. Se trata de entender, al menos cuando miro mi propia obra, que en los espacios más simples con una cierta elementalidad se consigue una complejidad muy grande. Es lo que siento en las obras. En cambio en algunas de las obras más complejas, como la casa de la Av. de Boavista o en Viriato, la obra es más cerrada, menos permeable”.

Luego continua explicando cómo no se trata de desistir de nada simplemente cierto regreso a parámetros del inicio: “De todo lo que he hecho estos últimos años, entiéndeme, todas las obras representan un momento importante y tienen su significado específico, pero creo que en estos últimos proyectos que hice las geometrías son muy sencillas, reconocibles. También he utilizado tipologías identificables”. “Me interesa cada vez más trabajar lo convencional. Espacios convencionales, no estar a la búsqueda de la forma de manera voluntarista. Hasta por idiosincrasia…no tengo talento para la originalidad” Mi cara delata cierta sorpresa y Nuno ríe relajado: “Bueno, no tengo esa vocación, listo”.

Luego, Nuno continúa desarrollando esa idea: “Aprendí, habitando los espacios de Siza, como este estudio o la facultad de arquitectura, que son edificios que hacen parte de mi rutina diaria, es que él trabaja tipologías que ya conocemos, trabaja la historia de la arquitectura, no parece interesado en inventar formas nuevas, trabaja la convencionalidad. Pero después sus edificios son muy poco convencionales en el sentido de que aportan siempre alguna cosa a la Historia a través de las relaciones que establece entre los espacios, la búsqueda de la escala, la solución constructiva. (…) Y eso es una cosa que cada vez me interesa más. Cada vez estoy más atento a ciertas obras portuguesas de los 70 que fueron realizadas con esa elementalidad, incluso por motivos políticos, sociales y de costes, pero que son obras revolucionarias. Las obras del SAAL son obras primas de la arquitectura Portuguesa. Son revolucionarias pero al mismo tiempo compatibilizan esta cuestión de la tipología convencional, con llevar al límite ese mismo convencionalismo. Me interesa pero no es algo que sea voluntario, simplemente ocurre”.
Llegados a este punto le pregunto por la importancia de la estructura en su obra, y él matiza la cuestión llevándola al tema de la gravedad: “Se trata de la gravedad. En el fondo en muchas situaciones, la propia estructura es composición del espacio. Los elementos coinciden todos, estructura, espacio, forma, todo es coincidente. En unos casos es más obvio que en otros, pero es un tema de fondo, transversal a los programas y a las escalas. Es la estructura que soporta el espacio”.

Entonces Nuno deja caer: “Creo que estoy cada vez más racionalista, en el sentido de aquel racionalismo neo-realista ‘italiano’” y reímos los dos nuevamente. Luego él trata de desarrollar esa idea que está flotando en la sala: “Para mí, las decisiones de proyecto cada vez deben tener más una explicación. Tengo cada vez más dificultad en tomar decisiones de proyecto que no tengan una explicación, teórica mismo. La arbitrariedad es una cosa que me perturba. Si había ya un racionalismo importante detrás de las primeras obras, creo que ahora es aún más intenso. A la hora de proyectar tengo cada vez más dificultad en tomar decisiones que no tengan una explicación, incluso que no sea sólo mía. Me gusta que se puede ver la lógica del proyecto, debe ser inteligible, porque creo que desde el punto de vista social lo hace más reconocible. Nuestra obra tiene una carga social enorme. La responsabilidad social del arquitecto, para mí, es fundamental, y por lo tanto es importante que quién usa la obra lo perciba”.

Le pregunto por el panorama local y el internacional y aparecen en la conversación los Herzog & de Meuron, sobre los que trasluce el afecto que les tiene desde que trabajó con ellos.
Luego pongo sobre la mesa cómo ha influido en su manera de construir el estar trabajando con presupuestos más ajustados: “Ha tenido un influencia muy positiva, en el sentido en que el proyecto se volvió más sintético, y la construcción es la materialización concreta y real de esa síntesis. (…) Me interesa mucho la materialidad de los edificios. Cada vez me interesa más la corporeidad, la percepción física del edificio y del proceso de la obra. Me resulta fascinante. Recuerdo que cuando mi arquitectura empezó a aparecer publicada se hablaba mucho de la abstracción de la obra y, sin embargo, puede parecer sorprendente, pero la abstracción nunca me interesó” y regresan las risas. “Lo que me siempre me interesó, desde que comencé a construir, fue la ‘fisicalidade’ de la obra, del espacio. La arquitectura es una cosa extremadamente física, que tiene que ver con la relación del cuerpo con el espacio y los materiales.

En esa idea de elementalidad, cada vez he ido simplificando más el detalle en la obra, en el sentido de convertir la ‘fisicalidade’ una cosa muy directa. Me interesan mucho las texturas de la construcción, la intensidad material, la espacialidad como consecuencia de la articulación tectónica. La construcción homogénea no me interesa mucho, tienen que existir ‘matices’ para que surja la escala humana. Porque esa abstracción, de hecho, nunca fue una cosa que me fascinase mucho”. (No tenemos palabra equivalente a ‘fisicalidade’ en castellano, por lo que podríamos reconvertirlo a ‘presencia o percepción física’, pero creo que en la interpretación se pierde algo de lo directo que resulta la propia palabra). “La imagen final puede parecer abstracta, eventualmente una percepción resultante del hecho de las geometrías simplificadas, pero no es eso en lo que estoy trabajando. En el fondo el proyecto no me interesa mucho, quiero decir que me interesa el proyecto como herramienta para la obra, pero es la propia obra la que me fascina y donde me realizo”.

Por último me muestra el plano de implantación del conjunto de 97 viviendas que está realizando en el barrio de ‘São João de Deus’ también en Campanhã, uno de los barrios más castigados de la ciudad y que vamos a visitar a continuación. El proyecto es una intervención sobre un grupo existente de casas muy degradadas y con un valor arquitectónico y patrimonial escasísimo, sobre las que no se puede decir que se haga una rehabilitación sino una reformulación integral y, sobre todo conceptual, de las mismas. La obra ya está en marcha y ha comenzado por el grupo de los pocos volúmenes construidos de nueva planta y que ya están bastante avanzados. Oporto devuelve la lluvia de nuevo, lo que nos impide pasear por la obra pero, en cambio, me permite ver en directo la ingeniosa solución que Nuno ha planteado para la recogida de las aguas de los volúmenes sin tener que emplear canaletas o bajantes, y que resuelve de manera muy económica tanto las cubiertas como las fachadas ciegas laterales o traseras de los volúmenes.

97 en el barrio de ‘São João de Deus
Plano de implantación del conjunto de 97 en el barrio de ‘São João de Deus’

La estructura de madera de las cubiertas se encontraba en buen estado, pero no tenía capacidad para incrementar el peso a soportar. Eso nos obligaba a trabajar con una solución sustitutoria del acabado de cubierta muy ligera. Planteamos unos paneles sándwich acabados por una lámina impermeabilizante negra con granulometría de pizarra. Llegados a este punto no era posible integrar en la solución canaletas y bajantes habituales, por lo que surgió esta posibilidad de hacer correr el agua por los testeros prolongando el acabado material de la lámina impermeabilizante hasta el suelo, donde una caja drenante recoge el agua de lluvia”, explica Nuno con entusiasmo. No cabe duda de que se trata de una solución muy ingeniosa y económica que además de ahorrar en instalaciones da un acabado abstracto a parte de los volúmenes, en contraste entre el negro de las láminas y el blanco de los enfoscados de las otras caras. Tiene algo de hipnotizante ver discurrir el agua de lluvia por las paredes negras de los volúmenes de ladrillo visto casi acabados, y resulta fácil imaginarse la potencia que va a dar al conjunto cuando estén ejecutados el resto de volúmenes ya existentes. No cabe duda que se trata de uno de esos proyectos a los que el presupuesto mínimo les sienta bien, y es que apenas se invierten 30.000 euros por vivienda para devolverlas a la vida. Nuno continúa hablando de las ventanas “que son todas iguales en formato y dimensión, hasta las de los volúmenes nuevos, lo que permite ahorrar mucho dinero en una intervención de esta escala manteniendo una alta calidad con una ventana de madera”.

 Barrio de ‘São João de Deus
Fotografía de obra. Barrio de ‘São João de Deus’. (Fot. André Cepeda)

Durante el trayecto en el coche y ya en el restaurante, la conversación deriva hacia otros temas entre los que cobra fuerza la relación con la enseñanza y la influencia que esta tiene en nuestro oficio: “Yo no sería el mismo arquitecto si no diese clases. Claro que tampoco sería el mismo profesor si no tuviese detrás el oficio. Las clases me obligan a leer diariamente sobre arquitectura, a estar al día, a pensar y mantener la cabeza atenta”. Nuno me comenta como este tema es importante para muchos de los arquitectos de su generación y, en particular, cómo sucede lo mismo con los integrantes de los dos equipos con los que ha compartido recientemente la experiencia de construir un pabellón en la 4ª Trienal de Lisboa (Johnston Marklee & Office KGDVS). Dar clase se ha convertido en algo irrenunciable, a veces incluso a costa del tiempo necesario para el estudio.
Nos despedimos, sabedores de que no debemos dejar pasar tanto tiempo hasta el próximo encuentro. Posiblemente en Oporto, o tal vez en Valencia para que nos cuente todas estas aventuras extraordinarias en las que anda metido ahora.

 

Ricardo Meri


Puede ver la obra de Nuno Brandao en detalle en TC Cuadernos nº 90.

Autor

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Ricardo Merí de la Maza

Doctor Arquitecto. Editor en la revista TC Cuadernos