Los primeros proyectos de Barozzi Veiga en España contienen ya muchas de las características que ayudan a entender su éxito posterior.
Resulta indudable que el reconocimiento internacional que está recibiendo el estudio fundado por los arquitectos Alberto Veiga y Fabrizio Barozzi, en términos temporales, llega relativamente pronto. Analizando su incipiente trayectoria no es difícil imaginar que la mayor parte de sus proyectos están aún por llegar y que lo que se presenta en la nueva monográfica de TC Cuadernos es el primer capítulo de una camino ilusionante y prometedor.
¿Cómo ha conseguido este joven estudio y su arquitectura alcanzar esta producción y reconocimiento en tan corto espacio de tiempo y con una crisis económica en el camino? Son varios los motivos que, sin embargo, podrían concretarse en dos: una arquitectura basada en la esencialidad y, como ellos mismos han expresado en alguna ocasión, una trayectoria marcada por la fortuna.
Los primeros años de la oficina (2004-2007) coinciden en España con la etapa pre-crisis en la que los concursos públicos y abiertos era una de las principales vías que los estudios jóvenes tenían para conseguir encargos.
Barozzi Veiga aprovechó esta circunstancia ganando y construyendo los dos concursos que inician esta monografía y que les permitiría dar el salto a Europa. Por un lado, el auditorio y Palacio de Congresos de Águilas, Murcia (2005) y, por el otro, la Sede del Consejo Regulador Ribera del Duero de Roa, Burgos (2006).
Son dos proyectos importantes y que, de algún modo, marcan las bases conceptuales y las constantes que están presente en toda la arquitectura futura de Barozzi Veiga: como son la búsqueda constante de lo específico del lugar, la condición monumental de sus propuestas y la importancia del espacio público en la materialización de sus proyectos.
Ambos trabajos comparten, además de su condición limítrofe, la capacidad establecer una relación de continuidad a través de un hito visual que marca el carácter y la actitud de sus propuestas.
En el Auditorio, a través de una masa abstracta perforada y esculpida por el mar, en la Sede del Consejo Regulador a través una torre que supone un punto y seguido en la continuidad visual del pueblo con el paisaje.
Por otro lado, los dos proyectos, remarcan a través de diversos elementos la idea de espacio público. En Murcia mediante de una gran rampa y escalinata urbana que, a modo de promenade, acompaña al usuario casi sin darse cuenta al interior del edificio; en Roa a través de una plaza que queda acotada por la propia propuesta y que consigue establecer una conexión sensible y sutil con el tejido urbano existente.
De sus proyectos fuera del territorio nacional construidos hasta la fecha destaca, sin lugar a dudas, el edificio para la Filarmónica de Szczecin, Polonia (2014).
La fortuna hizo nuevamente acto de presencia, cuando una de las colaboradoras del estudio de nacionalidad polaca propuso presentarse a este concurso que marcaría y condicionaría la trayectoria del estudio.
El proyecto, de una ambiciosa expresividad formal y de una plasticidad interior clara, rotunda y abrumadora, consiguió, además, el premio Mies Van de Rohe en el año 2015.
Así como los concursos ganados y construidos en España les pusieron en una posición de poder enfrentar retos mayores a nivel europeo, el proyecto de la Filarmónica de Szczecin les posicionó como estudio de referencia dentro del panorama arquitectónico y les permitió dar el salto internacional. De esta manera un estudio alimentado en sus inicios principalmente por concursos públicos abiertos, comenzó a transformarse en una oficina capaz de atraer el interés de importantes clientes privados. Clientes que les está permitiendo desarrollar algunos de sus proyectos más recientes como el Design District Ateliers en Londres, el Campus del Art Institute of Chicago o el Oolite Arts Center en Miami.
Esta fructífera trayectoria, está además fundamentada en una arquitectura que busca en todo momento ser clara, concisa y esencial. Esta actitud se percibe en todos los elementos que componen su modo de hacer; desde sus propuestas formales que intentan reducir los elementos al mínimo, pasando por una expresión gráfica simple y sintética de los proyectos hasta los excelentes detalles constructivos que se condensan en esta monografía.
Imagen de alguna de las páginas interiores de la TC donde se vea un detalle constructivo.

Se trata, por tanto, de un esfuerzo de síntesis con el que los arquitectos alcanzan su objetivo: transformar lo complejo en aparente sencillez, haciendo de su arquitectura algo entendible y que consigue comunicar su significado a la sociedad que la disfruta.
La nueva monografía de TC cuadernos dedicada a Barozzi Veiga es una magnífica oportunidad de analizar, estudiar y disfrutar de una afinada arquitectura de ritmos constantes cuya trayectoria, salpicada por compases de fortuna, se materializa en una sinfonía coral y, sin lugar a dudas, sorprendente.
Javier García Librero. Arquitecto