En este artículo, Emilio Tuñón analiza los rasgos distintivos de la arquitectura de Sol89, enfocada en los espacios intermedios de la ciudad donde se diluyen los límites entre lo público y privado. Según Tuñón, Sol89 despliega una arquitectura pragmática y cercana a la vida cotidiana a partir del establecimiento de reglas precisas adaptadas a cada proyecto y lugar. El resultado es un espacio amable y en sintonía con la complejidad del mundo real, donde prevalecen las ideas sobre las formas.

Lo cotidiano en el espacio intermedio, por Emilio Tuñón.
Con un puñado de magníficas obras construidas y un conjunto de muy interesantes proyectos en cartera, algunos de ellos en Corea del Sur, SOL89 se ha convertido en una de las oficinas de arquitectura asentadas en Sevilla con un mayor reconocimiento a nivel nacional e internacional.
Frente a una concepción más formalista de la arquitectura, propia de otras oficinas contemporáneas, la arquitectura de SOL89 reivindica una práctica realista, social y sostenible, en la que el pensamiento sobre la ciudad, las personas y el medio ambiente son el punto de partida de su capacidad de ser significativa.
Conscientes de que la vida se basa en una continua transformación, la arquitectura de SOL89 no trata de asentarse sobre verdades inmutables, fruto de una obsesiva búsqueda de racionalidad, sino que ancla sus raíces en un conjunto de inquietudes y pensamientos que comparten espacio y tiempo con su activismo como docentes e investigadores. Se puede afirmar que la arquitectura de SOL89 no responde a una condición formal concreta, sino que fija su interés en el espacio de las relaciones y de los vínculos, de las continuidades y las discontinuidades, de los llenos y los vacíos, de los patios y las plataformas, de los umbrales y los intersticios, de lo existente y la reutilización de las estructuras obsoletas.

La arquitectura de SOL89 se puede encuadrar en un mundo de compromiso, de aceptación de la complejidad y la contradicción como puertas abiertas a la creatividad y se desarrolla fundamentalmente en los espacios intermedios de la ciudad, donde la existencia de una cierta ambigüedad espacial admite que la vida sea imaginada de otro modo, y donde la posibilidad real permite que las cosas sean materializadas de forma diferente.
De esta manera, partiendo de una interpretación personal de los mecanismos de la ciudad de la cultura meridional de España, a SOL89 le gusta trabajar tratando de disolver los límites entre lo público y lo privado, construyendo espacios de oportunidad donde los seres humanos pueden desarrollar su actividad, y entendiendo la arquitectura como un proceso material y técnico que se instala, de forma confortable, en el mundo real.
Para SOL89, cada proyecto, cada instalación, cada pensamiento, está vinculado a un territorio de reflexión común a diversas disciplinas que permite dotar al trabajo de un componente abstracto, independiente de la forma, que se particulariza en función de las condiciones concretas del lugar donde se produce. De este modo se pueden explicar los secretos hilos que conectan sus proyectos con sus escritos y pensamientos, en torno al arte, la literatura y la filosofía contemporáneas, mientras que su materialización final está siempre referida a las condiciones, límites y constricciones propios de los lugares concretos donde se asientan los proyectos.

Se puede afirmar que SOL89 despliega una arquitectura realista y pragmática a partir del establecimiento en cada proyecto de un conjunto de reglas precisas, más o menos abstractas, sobre un tablero de juego real, en el que simultáneamente se hace presente el orden y la libertad, como eco material de nuestra condición pragmática.
Y es precisamente esa reivindicación de orden y libertad, lo que hace que muchos de los proyectos de SOL89 tengan la firme voluntad de instalarse en el mundo, reivindicando una arquitectura que se desarrolla a partir de la reinvención de lo cotidiano, de una nueva domesticidad, que trabaja en el tiempo, desde una actitud que oscila entre lo que ellos denominan reciclaje cultural y práctica del bricolaje.
O lo que es lo mismo, dentro de este entorno optimista, SOL89 se posiciona haciendo una arquitectura que se instala en una realidad compleja, partiendo de un cierto realismo que se confronta con el mundo por medio de una visión personal, que renuncia a una presencia sobreactuada de la arquitectura.

Y es que en SOL89 parecen estar interesados en una arquitectura cuya visibilidad puede ser atenuada para construir un espacio amable para las personas y la sociedad, renunciando a convertir su trabajo en un simple embellecimiento de la construcción, al aceptar el carácter de servicio público, aunque transitorio e imperfecto, que la propia arquitectura tiene.
Podemos concluir que la arquitectura de SOL89 se instala en la realidad, asumiendo sus contradicciones y sus impurezas, buscando ese espacio entre lo que es y lo que parece ser, que les permite ver el mundo en el terreno de lo posible, prevaleciendo las ideas sobre las formas y priorizando la poética sobre la estética, al aceptar que, en la natural insatisfacción que precede a la creatividad, se hace presente el hecho de que la arquitectura no es algo tan diferente de la propia vida.