Dos Casas Calle João de Barros
4,00 €
Impuestos incluidos
João Álvaro Rocha
Localización: Oporto, Portugal
Fecha: 2004
Fotografía: Luís Ferreira Alves
Formato | Archivo Pdf |
Páginas | 20 |
Idioma | Español |
El proyecto de estas dos casas se sitúa dentro de un lote urbano, recientemente promovido por el Municipio. Las reglas impuestas (alineamientos, altura de cornisa y coeficiente de ocupación) casi predefinen la volumetría a edificar. La implantación propuesta parte del supuesto de que la construcción debe ser un único volumen atendiendo a las reducidas dimensiones del terreno.
El “lugar” de las casas es definido a través de la relación que se establece entre la cota más elevada (terreno) y la cota más baja (calle), distinguiendo de esta manera los diferentes niveles en que se organiza el espacio interior y el modo como éste se articula con el espacio exterior inmediatamente adyacente. Se trata de encontrar un equilibrio en la escala y la proporción, entre terreno y edificación.
El rigor de la geometría con que se diseñan todos los elementos corresponde a la necesidad de determinación del “lugar geométrico” que las casas deben ocupar en el terreno y también a la capacidad que deben poseer para generar, regir y organizar su propio espacio.
El programa se distribuye por los tres pisos de acuerdo con el sentido de la composición que organiza la volumetría: a la expresión más compacta del piso inferior (sótano) le corresponde la entrada; a la mayor “abertura” y aparentemente menor solidez que caracterizan los dos pisos superiores, le corresponden, respectivamente, las cocinas y las salas en el primer nivel y los cuartos, en el nivel superior.
Todo el espacio interior se estructura a partir de la entrada, localizada en el piso inferior y al nivel del paseo de la calle; es a partir de aquí que se establecen todas las circulaciones verticales y horizontales. La articulación de los espacios resulta también de la jerarquía que ordena la volumetría. Dos casas iguales, simétricas no tienen que repetirse entre ellas necesariamente. Pueden hacerlo. Sin embargo y tal vez sea más importante en este caso, que sean un solo cuerpo, desde que éste permita una doble lectura – un volumen único, autónomo, cuya composición, al encerrarse en sí misma, afirme su propia unidad, sin que con eso se deje de distinguir entre la integridad de la unidad y las partes que la componen, como también de su repetición.
Porto, Marzo de 1997
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