Tanatorio Municipal de Terrassa

La pieza se concibe como un prisma elemental blanco que se deposita suavemente sobre el lugar, huyendo de la tradicional imagen opaca de este tipo de edificios y abriéndose mediante un porche al exterior en un gesto de brazos abiertos.

La topografía del lugar es ligeramente inclinada y el edificio al mantener su cota horizontal no alcanza a tocar el suelo, casi como si en referencia simbólica a su uso los muertos estuvieran levitando a medio camino entre la tierra y el cielo, a punto de emprender el viaje. Este gesto permite colocar el programa administrativo bajo la planta principal, separado del resto del programa y abierta a un patio privado con un acceso directo al paseo mediante una escalera exterior. El programa se estructura a partir de un patio de agua que separa y organiza los tres paquetes principales: las salas de vigilia, el oratorio y el bar cafetería. De esta manera el paso entre dos piezas siempre se efectúa mediante este espacio intermedio que actúa como cámara de descompresión.

Las salas de visitas se agrupan linealmente, adosadas a un hall longitudinal abierto al porche, e iluminadas mediante patios. El oratorio, un lugar para el rezo, toma una altura más importante que el resto del edificio, y presenta una imagen blanca y pura, en contraste con la oscuridad barroca de este tipo de espacios, tomando como punto de inspiración las imágenes quemadas con la que se representa el cielo en ciertas películas clásicas. Para acceder a él debe atravesarse una pasarela de madera encima del agua.

En el interior la única visión posible del exterior es la del cielo. Una iluminación a partir de pequeñas bombillas de bajo voltaje evoca la iluminación habitual con velas de las iglesias.