TC 124/ 125- Eduardo Souto de Moura. Habitar. Arquitectura 2005- 2016
Ricardo Merí de la Maza
Eduardo Souto de Moura va a recoger el testigo del trabajo sobre la definición del límite convirtiéndolo, como decía, en un tema persistente ya desde los inicios. Su trabajo va a moverse en el campo de una búsqueda constante de los matices en la relación entre los espacios interior y exterior, con una gramática que inicialmente podíamos considerar neo-plástica, pero que con el tiempo ha devenido en pródigas alternativas cada vez más complejas y variadas. Superposición, reflejo, transparencia, disolución del límite simbólica y físicamente, reconocimiento de espesor y distancia o intencionalidad en la mirada son sólo parte de las características presentes en sus obras. Un arquitecto que en alguna ocasión dijo “que no le gustaba hacer ventanas” y que ha trazado una de las más fascinantes y completas investigaciones sobre la mirada arquitectónica de los últimos 50 años. No es este el lugar para un recorrido exhaustivo y con la profundidad que merece el tema, así que me limitaré a dar unas pinceladas que permitan al lector intuir su alcance.
La primera de sus obras, la reconversión de una ruina en Gêres, realizada entre los años 1980 y 1982 resulta extremadamente reveladora respecto a las preocupaciones que van a acompañarle. E. Souto de Moura inserta su arquitectura sobre la ruina preexistente igual que un ermitaño se apropia de una concha ajena, sin reparar en sus condiciones previas de uso. Lo que cayó, lo que ya no está, o lo que no tiene condiciones para permanecer, es sustituido por nuevos elementos, completamente ajenos a la condición previa.
El tratamiento del frente de la construcción, abierto completamente mediante la doble carpintería corredera de acero, nos presenta la búsqueda de la conexión espacial y visual entre el espacio interior y el exterior. Este hecho viene reforzado por el retraso de los elementos portantes, y por la presencia de la puerta corredera perpendicular a las carpinterías, que divide el espacio interior, al tiempo que lo conecta cuando se recoge sobre la superficie del muro. Esta solución de encuentro a tres va a estar muy presente como mecanismo operativo en su arquitectura. Al observar con detenimiento los dibujos de planta y sección del proyecto, podemos observar como la posición de la carpintería estaba prevista adelantada con respecto al volumen, superponiéndose al plano del forjado superior. Sin embargo, la solución finalmente ejecutada contiene la carpintería entre los dos planos de forjado. Aparece la primera dicotomía entre dos soluciones presentes en sus siguientes obras. (Fig.7 y 8)


También en la primera de las casas de Nevogilde, nos encontramos dos soluciones contrapuestas entre los frentes principales.
El gran ventanal de la sala, está pensado todo él para potenciar al máximo la sensación visual de continuidad espacial entre el interior y el exterior de la casa. Su configuración dispone de una única pieza practicable, con un marco de sección importante, desplazado lateralmente sobre el cierre del espacio. Cierre que queda confiado a una gran luna de vidrio, sin carpintería aparente, que se empotra en suelo, techo y paredes laterales. La conexión visual mediante la construcción de la desmaterialización aparente de los límites del espacio cobra mayor importancia que la conexión física real. (Fig.9)

En el límite opuesto, el de las habitaciones, el problema viene dado por la relación entre las divisiones de los espacios y su encuentro final con las carpinterías. Para solucionar ese encuentro, se disponen unas contraventanas de madera lacada al interior de cada espacio. Estas hojas, cuando se abren, quedan adosadas a una pieza perpendicular de carpintería de madera extremadamente delgada que dispone de un núcleo de chapas de plomo para otorgarle masa y resistencia. (Fig.10)

La trasparencia literal que sólo posibilita el paso de la mirada se confronta al movimiento de elementos opacos que permite la apertura física del espacio.
Va a ser en la segunda casa en Nevogilde donde se produce uno de los trabajos más intensos sobre las soluciones constructivo-visuales del límite. Es un estudio que parte del reconocimiento de la diferenciación del plano de fachada según sea su orientación. A Norte el plano de cerramiento se superpone a la cubierta, mientras que a Sur este se recoge bajo el forjado para dar lectura de la sombra que marca el leve vuelo.
La definición de los elementos que se superponen, se traban, se apoyan o se esconden unos tras los otros, alcanza niveles paradigmáticos expresados en estas secuencias de secciones constructivas tipo de fachada. El proceso de investigación es exhaustivo, y desarrolla todas las hipótesis y combinaciones posibles para los distintos elementos presentes. El forjado se esconde tras el muro de granito, se muestra apoyado sobre él o se nos presenta independiente. La carpintería adopta todas las formas, materiales y tipologías imaginables. Se posiciona igualmente con respecto al plano de fachada agotando el catálogo de posibilidades: superpuesta, enrasada o retranqueada. Los dispositivos de oscurecimiento otorgan un grado mayor de complejidad a la combinatoria, tanto por su presencia o ausencia, como por su posicionamiento respecto al forjado. El estudio de los detalles es completo, extremadamente elegante en las soluciones manejadas, pero además las variaciones no destruyen el carácter unitario de la imagen de la vivienda. (Fig.11)

Las soluciones de pormenorización de las carpinterías retoman el hilo conductor de una búsqueda que podemos enraizar en las investigaciones de Mies van de Rohe para sus primeras casas, y que, además, fijan el punto de arranque de la sintaxis constructiva de una secuencia de investigación sobre carpinterías de pletinas de acero (posteriormente en combinación con otros materiales) considerablemente compleja y completa. (Fig.12-13)

Otra parada significativa dentro de nuestro recorrido es, sin lugar a dudas, la casa en Miramar, perfecto ejemplo de precisión en el exquisito cuidado del diseño de cada encuentro y cada detalle. O como el propio Eduardo escribe: “Parece simples e foi isso que ensaiamos. Sabíamos pelo Poeta que só «a palavra exacta é de utilidade pública»”.
Las carpinterías frontales, que abren los espacios principales al jardín, son todas correderas de madera, con una sección especialmente cuidada en los dormitorios para permitir la incorporación del cajón de la persiana sobre la cubierta. En este caso, la existencia del vuelo es suficiente para esconder la solución, sin necesidad del potente dintel que existe en Nevogilde II, a cambio obliga a la disposición de un doble canalón de recogida de aguas. (Fig.14)

En la parte posterior de la casa las carpinterías son de acero, recibiendo en algunos casos un entramado vertical de listones de madera que matizan la relación con el exterior. La relación en diagonal de la macla del volumen del garaje con la carpintería, acentúa la sensación de continuidad espacial entre el pasillo interior y el corredor exterior de la zona de servicio. Otro muro penetra perpendicular bajo la mesa de la cubierta, para separar tanto al exterior como al interior las zonas de dormitorios de las del acceso. (Fig.15)

En la casa de Alcanena, el proyecto retoma nuevamente el tema de las carpinterías formadas por pletinas y perfiles en L de acero con partición en cuadrados. Sin embargo, en esta ocasión, la carpintería en acero sólo se va a mantener en las zonas de circulación. Por primera vez se sustituye, en dormitorios, cocina y salas, por una carpintería de aluminio en color natural basada en perfiles estandarizados. Esta modificación abre una nueva etapa en las soluciones de definición del límite del espacio con la incorporación de las grandes correderas de aluminio de perfiles esbeltos, que se pueden recoger dando un amplio paso de apertura entre el interior y el exterior. La conectividad física del espacio se potencia frente a la simbólica o visual materializada en la desaparición de la carpintería. (Fig.16)

Esta idea de desaparición física de la carpintería se va a ver intensificada en varios proyectos posteriores. Podemos encontrarla en el volumen de base de granito de la primera casa en Bom Jesus, donde las hojas de aluminio se recogen escondidas entre los dos muros. También está presente en las soluciones de otras casas más al sur de Portugal, como la casa en Tavira y la casa en la Serra da Arrabida. Las condiciones climáticas de estas zonas piden una configuración formal y una proporción entre hueco y macizo mucho más controlada. Eduardo Souto de Moura lo explicaba de esta manera a propósito de la casa en Tavira: “Pode parecer a coisa mais banal do mundo, mas abrir um buraco, uma porta ou janela numa parede, é pior que escrever um texto. Faltam-me os critérios, o programa, a escala, a proporção, e não consigo encontrá-las neste final do século XX. Consegui encontrar uma regra funcionalista que me confortaram os alçados. ‘As janelas’, invisíveis de correr, são rasgadas no máximo, em 40% da fachada. Sobram-nos ainda 10% para erros”. (Fig.17)

En la casa de la Serra da Arrabida, en cambio, las correderas de aluminio se disponen asimétricamente con los espacios, variando tanto la relación de los huecos con el volumen como la incorporación del exterior al espacio interior. La solución técnica parte de la colocación de un marco de carpintería corredera de aluminio con dos carriles, que se prolonga empotrándose en el espacio intersticial del muro. El primer carril va a quedar ocupado por una hoja de contraventana de madera realizada con tablero marino de tres centímetros de espesor al cual se le embute los perfiles superior e inferior de una hoja de carpintería. El segundo carril, el exterior, recibe la hoja de carpintería de aluminio propiamente dicha, con su vidrio laminado de seguridad. Para garantizar el cierre en el extremo libre de la hoja corredera se coloca un perfil vertical en el canto exterior del hueco que recibe la pestaña de cierre como si de una carpintería normal de doble hoja se tratase. El conjunto se termina al interior con un marco en L de acero inoxidable que remata todos los encuentros.
En el patio que da acceso a la casa nos encontramos otro tema que aparece periódicamente en la obra de Eduardo Souto de Moura, y que se enraíza en la mesa del jardín asociada a la ventana del muro exterior de la villa Le Lac de Le Corbusier. Pero aquí la mesa se vincula a un hueco que mira al interior de la vivienda, o más aún, que atravesando la casa permite una mirada que cruza desde el exterior contenido del patio hacia exterior enmarcado por el espacio de la casa y, al fondo, por la ventana. De esa manera toda la casa se convierte en filtro y espesor que conduce la mirada entre dos exteriores, el domesticado y aquel aún por domesticar.
Quizás una de los proyectos que mayor repercusión ha tenido sobre el tema que nos ocupa sea el de la casa en Moledo.
Un tema presente en esta casa es el de la cubierta como unidad autónoma, que “deveria ficar visível, assumindo-se como um objeto novo, visível como que caído do céu”. Esto supone una en apariencia sutil pero importante variación con los proyectos anteriores. Eduardo Souto de Moura pone en relación esta independencia de la cubierta con el planteamiento de las carpinterías en madera como opción más natural posible. Pero sólo la carpintería delantera está ejecutada en madera, la trasera sigue el diseño habitual de pletinas y perfiles en L de las carpinterías de acero, como corresponde a un paño de vidrios fijos que se apropia del exterior. El detalle de carpintería adoptado nos habla de la temática miesiana de enmarcar el paisaje y por lo tanto de soluciones constructivas equivalentes.
Si es importante el hecho de cómo la vivienda mira el paisaje y se relaciona con él a través del frente abierto de la casa, aún más lo es la relación que el espacio mantiene con el exterior en su parte trasera. El plano de carpintería no delimita el espacio, sino que es el muro de roca “natural” el que define el ancho visual del corredor. Cruzando el espacio enmarcado obtenemos dos vistas diferentes de la naturaleza, las paredes de la casa son la montaña y el valle. Al exterior, en el espacio trasero junto a las rocas, los vidrios nos devuelven la ilusión de una naturaleza reflejada que se amplía y hace desaparecer a la arquitectura. (Fig.18-19)


Un ejemplo claro de la extensión del reflejo como mecanismo visual para incrementar la percepción del espacio lo tenemos en el espejo de la segunda casa de Maia. Su posición estratégica en perpendicular al amplio frente acristalado de la sala nos devuelve una realidad incrementada y la disolución del límite del espacio se extiende visualmente desde la conexión entre interior y exterior hasta el desvanecimiento del muro. En esta ocasión realmente “todo lo sólido se disuelve en el aire”. (Fig.20)

Otra variación que aparece recientemente es la presentada en la casa de LLabià, en la que se combina la apertura de las carpinterías que desaparecen empotradas en los muros con su disposición en las esquinas de los espacios. Existen experiencias previas de encuentros en esquina pero siempre dispuestos de manera cóncava (estoy pensando en la casa de la avenida da Boavista, por ejemplo). Pero aquí se invierte la percepción de la conexión, ya no es el espacio exterior el que penetra al interior, sino que el interior de la casa empuja el límite, abriéndolo y apropiándose del espacio circundante. Se trata de un matiz importante que está relacionado sin duda con el cambio de carácter de la tipología introvertida de la casa patio a una casa más expuesta, dueña del paisaje que la rodea. (Fig.21)

Con un poco más de tiempo y espacio, podríamos detenernos en nuestro recorrido en todas y cada una de las casas construidas por Eduardo Souto de Moura para encontrar en ellas variaciones de los elementos y las soluciones, con pequeñas o grandes alteraciones en los detalles y los materiales. Pero no quiero terminar este viaje sin visitar la propuesta que ha realizado para una de las últimas bienales de Venecia que me parece significativa respecto a su investigación sobre la mirada y el límite del espacio. Se trata de una instalación titulada “Windows” en la que se nos presentan tres espacios conectados que se definen por su límite con un tipo de abertura específica en cada uno de ellos. Como dice Eduardo Souto de Moura “as fachadas e as aberturas deixam de ser um compromisso, uma dependência e passam a ser uma «vontade» do autor. A paisagem deixa de ser uma fatalidade, para ser uma decisão nossa de como a queremos ver: ao alto, ao baixo, toda, ou só uma parte. A geografia passa a ser como nós queremos e não como tinha de ser. É este o grande salto do Movimento Moderno, e como consequência do Pós-Modernismo”. (Fig.22-23)


En las obras que contiene el presente volumen se confirma la persistencia de la temática en múltiples ejemplos. Dejo en manos del lector descubrir los secretos y matices que se prologan de esta investigación y confío en que el material que aquí se presenta sea de utilidad para profundizar en los temas que permiten a Eduardo Souto de Moura trabajar siempre la casa en el límite.