En la entrevista publicada en la monografía «TC 165/166 – Kengo Kuma. Arquitectura Urbana«, Kengo Kuma conversa con Javier Villar Ruiz sobre la evolución de su obra, desvelando los conceptos y reflexiones que han marcado su trayectoria.
A través de un recorrido personal y profesional, Kuma comparte su transición de los primeros proyectos rurales en Japón a grandes encargos urbanos en ciudades de todo el mundo, y su regreso al campo con una visión renovada que él denomina «neo-rural».
En la charla, explora temas como la importancia de los materiales locales, la integración del entorno y su rechazo al monumentalismo urbano, ofreciendo una mirada única sobre cómo su arquitectura busca armonizar con el paisaje y generar experiencias profundas para quienes la habitan.
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Kengo Kuma, un viaje de lo Rural a lo Urbano y de vuelta
Javier Villar: Este número de TC CUADERNOS se publica en dos volúmenes donde se explica toda la evolución de Kengo Kuma & Associates a través de la relación del trabajo del estudio con los ámbitos rural y urbano. La categorización de una masa tan grande de trabajo mediante las ideas de RURAL – URBANO – NEORURAL me pareció la más clara tanto para hablar del tipo de proyectos que llegan al estudio como para la manera en que Kengo Kuma los aborda y la actitud que el estudio persigue como firma de arquitectura.

En varias ocasiones has mencionado que los primeros proyectos de Kengo Kuma tuvieron lugar en el campo, con obras como el minúsculo baño público Ginzan Onsen, el Centro Comunitario Takayanagi, los tres museos de la región de Tochigi (Museo de la Piedra, Museo de Historia de Nasu, Museo Hiroshige Ando) o el Observatorio Kirosan en la pequeña isla de Oshima. Fue justo después del estallido de la burbuja y con Tokio sufriendo las secuelas, cuando aparecieron los primeros proyectos en zonas rurales, incluso en territorios muy remotos. Lejos de un Tokio ya inmerso en procesos de globalización, en esas obras remotas podemos ver que el mundo rural se convierte en el tema principal que impulsa esos proyectos: la identidad local a través de sus materiales y artesanía, el paisaje circundante, las tipologías arquitectónicas vernáculas presentes en esas regiones, etc.
A partir de ahí, Kengo Kuma & Associates pasó de ser un pequeño atelier a una oficina de tamaño medio y con la crisis normalizándose (más que resolviéndose) empezaron a aparecer proyectos en Tokio y otras ciudades de primer nivel de Japón y, poco después, también en ciudades de todo el mundo, Pekín, Shanghai, París, Marsella, Besancon, Lausana, Dundee, Londres, por mencionar algunas. Durante esos años, la mayoría de los proyectos de Kengo Kuma & Associates empezaron a realizarse en el extranjero y no en Japón. Se abrieron oficinas en París, Pekín y Shanghai.
Sin embargo, en los últimos años, sobre todo desde la pandemia, ha aumentado el número de proyectos en el ámbito rural, tanto en Japón como en el extranjero. Las políticas gubernamentales de todo el mundo han cambiado en lo que respecta a la promoción de la vida y el trabajo fuera de las ciudades.
Esta vez los proyectos rurales han llegado al Kengo Kuma & Associates con una actitud totalmente diferente: sin nostalgia ni romanticismo, sin condescendencia, viendo el mundo rural como un camino hacia un futuro mejor como posible solución a los desórdenes ultraurbanizados.

Estos son los proyectos que me gusta llamar neo-rurales ya que, a pesar de estar en el campo, reflexionan sobre el futuro, sobre nuevas ideas, implementando tecnologías avanzadas, estilos de vida alternativos, educación centrada en la naturaleza. Se me ocurren proyectos en Japón como el Centro de Estudios Forestales de Morinos, el Laboratorio de Diseño de Sogokagu, Komatsu Seiren, la casa experimental de Memu; y en el extranjero, el Campo Base del Mont-Blanc (Francia), el Centro del Parque Nacional de los Pirineos en Gavarnie (Francia), el centro del Parque Nacional de Butrint (Albania), etc.
Dicho esto, después de un viaje de casi 30 años, desde pequeños proyectos rurales en Japón, pasando por la construcción en ciudades de todo el mundo y ahora trabajando intensamente en el campo japonés, parece que siempre ha tenido presente el campo y siempre le ha gustado volver a él. ¿Cómo ve la diferencia entre trabajar en un contexto rural o urbano?

Kengo Kuma: Fue un comienzo inusual. Durante los años 90 de colapso económico, se cancelaron todos los proyectos en Tokio, así que tuve que huir de allí y buscar en otra parte. No tenía elección. Por suerte, algunos pueblos pequeños quisieron trabajar con nosotros, como los proyectos de Yusuhara, Kirosan, Tochigi.
Al principio, proyectos realmente pequeños y humildes en el campo. Durante esos años descubrimos la increíble artesanía y los materiales disponibles en el campo japonés. Me impresionó mucho esa riqueza que a nadie parecía importarle y que yo desconocía hasta entonces.
En comparación con los materiales disponibles en las ciudades, limitados por la hegemonía del hormigón, el acero y el cristal, los materiales naturales locales que podíamos encontrar en las regiones de aquellos proyectos tenían un gran potencial para ayudarnos a crear arquitecturas bastante singulares. Y esos proyectos, aunque pequeños y humildes, por suerte, consiguieron llamar la atención de los medios de comunicación foráneos, apareciendo en revistas internacionales. Recuerdo la emoción cuando la CNN vino hasta la región de Tochigi para visitar nuestro museo y preparar un documental especial sobre el artista Hiroshige Ando. Ese interés por nuestros primeros proyectos rurales fue creciendo y, por suerte, pudimos dar los siguientes pasos.
Este nuevo paso nos permitió colaborar con empresas globales como LVMH que quedaron fascinadas por la singularidad de nuestros proyectos rurales. Gracias a ello pudimos trabajar en proyectos más grandes y ambiciosos, manteniendo nuestro enfoque de respuesta sobre materiales naturales, artesanía, pero, esta vez, en la ciudad.
Javier Villar: Entonces, este tipo de clientes y agentes internacionales, encontraron en estas insólitas obras rurales de Kengo Kuma & Associates el potencial para desarrollar una arquitectura más allá de la homogeneidad de la arquitectura urbana de la época, que se basaba en pocos materiales y tecnologías y en soluciones formales globalizadas que poco tenían que ver con los lugares en los que se construían los proyectos… ¿qué proyectos son un buen ejemplo de esto?
Kengo Kuma: Un buen ejemplo podría ser One Omotesando (sede de LVMH en Tokio) o el Museo Nezu y el Museo Suntori y ese tipo de importantes instituciones culturales de Tokio, que nos pidieron que aportáramos un cierto sentido de singularidad a la ciudad con sus proyectos. Por ejemplo, el antiguo Museo Nezu, dentro de sus grandes jardines, era una mera caja hermética de hormigón.

Entonces diseñamos el nuevo museo que sustituiría al antiguo, pero esta vez queríamos un museo que pudiera formar parte de unos jardines maravillosos, fundiéndose con los jardines circundantes. Proyecto a proyecto, pudimos proponer tales soluciones y establecer nuestra actitud hacia el trabajo con el lugar.
Al mismo tiempo, trabajar con clientes y marcas internacionales, con su experiencia sobre cómo lograr impacto a través de nuevos diseños, me enseñó muchas cosas y pude encontrar nuevas formas de lograr carácter espacial. Estas marcas, acostumbradas a crear magníficos espacios con famosos diseñadores de interiores, querían encontrar un nuevo significado al lujo. Un lujo que pudiera establecer una relación con la cultura local, desarrollar proyectos que pudieran relacionarse intensamente con su emplazamiento, que pudieran aportar sabores diferentes en cada una de sus ubicaciones. En pocas palabras, ¡siempre pedían ir más allá!
Así que fue un proceso bidireccional. Durante esos años aprendimos unos de otros, nosotros como arquitectos y ellos como clientes. Y a través de este proceso de aprendizaje mutuo, empecé a pensar que los lugares locales de todo el mundo, no sólo de Japón, podían ser relevantes al nivel de esas marcas globales.
En aquellos proyectos que desarrollamos durante los años 90 en el medio rural, no teníamos ninguna estrategia, sólo disfrutábamos del proceso de trabajar con artesanos… ¡era todo muy ingenuo! Pero después de aprender de esas marcas globales y de esas importantes instituciones culturales urbanas, pudimos desarrollar nuestro propio camino y dar los siguientes pasos, entre ellos volver al campo y desarrollar proyectos de una forma nueva. Sospecho que esto es lo que llamas NEO-RURAL.
Javier Villar: Así que los proyectos NEO-RURAL son básicamente el resultado de una evolución natural que comenzó de una manera muy ingenua en el campo; pasando al siguiente paso, que era construir en la ciudad como intentaste en un principio con poco éxito. Y de repente todas esas cosas se juntaron en una nueva forma de abordar la arquitectura en el campo, con una estrategia específica, poniendo en práctica todo lo que aprendiste en tus años anteriores de práctica por todo el mundo… ¡es un giro de la historia muy interesante!
Kengo Kuma: Efectivamente, ¡y hay más! Los años de la crisis nos brindaron una gran oportunidad para desarrollar este tipo de proyectos rurales. No podía irme al extranjero, no podía trabajar fácilmente ni en nuestra oficina de Tokio. Así que decidí empezar a abrir oficinas satélite en el campo de Japón, en lugares que van desde HoKengo Kumaaido, la región más septentrional de Japón, hasta la más meridional, que es Okinawa… Wakayama, Okayama, Fukuoka, etc. Todos esos lugares de Japón, algunos muy remotos, tienen un clima especial, un trasfondo cultural especial, paisajes… y trabajar en lugares tan especiales nos da nuevas ideas y motivaciones. Por eso sigo, poco a poco, abriendo oficinas tan pequeñas por todo Japón.
Javier Villar: Es casi como enviar exploradores en busca de inspiración. Y si hablamos de la elección de esas localizaciones, ¿es un pensamiento que surge después de iniciar un proyecto en algún lugar, abriéndose así la oportunidad de abrir una oficina satélite o, básicamente, eligiendo de antemano esas localizaciones bansandose en vuestro propio interés y curiosidad y luego, de forma natural, suelen llegar los encargos de proyectos?

Kengo Kuma: Realmente depende de cada caso. Un ejemplo interesante fue la oficina que abrimos en HoKengo Kumaaido.
Visité la región de Higashikawa y conocí al alcalde, que me explicó que él y su equipo estaban intentando revitalizar la región promoviendo una nueva cultura en su ciudad… ayudando a jóvenes chefs a abrir restaurantes interesantes, trayendo buenas tiendas de otros lugares para que abrieran sucursales allí. Y esperaban hacerlo a través de un buen diseño contemporáneo inspirador. Han sido muy ambiciosos todos estos años. También han promovido una nueva forma de agricultura sostenible y en sus campos se produce uno de los mejores granos de arroz de todo Japón. Incluso han conseguido crear un sistema que suministra agua de manantial, con la calidad del agua mineral, a todos los hogares ¡sin necesidad de tratarla!
Este tipo de actitud previsora me resulta muy atractiva, así que propuse la idea de establecer allí una de nuestras oficinas satélite; el alcalde nos ofreció un pequeño terreno donde podríamos construir una pequeña estructura de madera para trabajar y no me lo pensé dos veces.
Javier Villar: : Esto es lo que discutíamos antes: en esta nueva era, la era Neorural, el campo no está dispuesto a desarrollar proyectos que hablen de su identidad pasada, de sus encantos bucólicos, sino a generar sus propias ideas nuevas hacia un futuro del que quieren ser dueños.
Kengo Kuma: Absolutamente. En el caso de Okinawa, fue una historia totalmente diferente. Me encantó Okinawa durante mucho tiempo; su clima tropical, es muy diferente al de Tokio y su cultura y cocina únicas son distintas a las del resto de Japón. En uno de mis viajes allí encontré un edificio abandonado en el centro de la isla y lo compramos para abrir allí una pequeña oficina.
En el caso de Wakayama, su gobernador leyó un artículo sobre nuestro proyecto satélite en HoKengo Kumaaido y nos invitó activamente a hacer lo mismo allí. Nos enseñaron la región y su cultura para que nos planteáramos abrir una oficina en una de sus ciudades.
Todos estos casos empiezan, suceden y se desarrollan de forma diferente, lo cual es muy interesante porque responde al carácter de cada una de estas regiones y sus gobiernos, y a la relación que han establecido con Kengo Kuma & Associates.
Javier Villar: Ahora que hemos hablado de dónde surgió la idea de las oficinas satélite y de cómo se han ido instalando una a una… ¿podría explicarnos cómo han cambiado estas oficinas la forma en que Kengo Kuma & Associates desarrolla proyectos en las zonas rurales?
Kengo Kuma: Básicamente, enviamos poco personal a esas oficinas satélite en función de nuestras actividades allí. Pero, aunque seamos pocos, esas oficinas están abiertas a la comunidad. Funcionan como una especie de espacio de coworking abierto a personas con actividades interesantes.
Por ejemplo, este grupo de jóvenes locales que están creando un nuevo tipo de producción de miel en la región trabajan junto a nosotros en la oficina. Pero también puede ser al revés, hay un caso en el que una empresa de ocio bastante grande de Tokio ha enviado a dos empleados a una de nuestras oficinas porque también están interesados en encontrar formas de desarrollar sus actividades en esas regiones.
Así que nuestras oficinas están abiertas tanto a locales como a no locales que quieran hacer algo en esos lugares.
Javier Villar: Así que esta aventura de la oficina satélite no sólo tiene un impacto en la práctica de Kengo Kuma & Associates, permitiendo a los equipos estar más cerca del lugar de su proyecto, sino que también implica otras actividades e iniciativas y por eso los gobiernos locales se habían sentido atraídos a apoyar todo esto. Pero, y los gobiernos de las ciudades japonesas de primer nivel, como Tokio, o incluso el gobierno central japonés… ¿muestran interés por esto?
Kengo Kuma: Colaborar con los gobiernos de las ciudades más grandes es difícil porque tienen una forma de actuar más rígida. También tienen ambición y buena voluntad para desarrollar nuevas ideas, pero a menudo se quedan en el nivel de comunicar intenciones y no pasan al siguiente paso que es poner esas ideas en práctica. En el campo podemos discutir directamente con los que ejecutan: artesanos, constructores, agricultores, investigadores… ¡así que las cosas se hacen!
Construir en la ciudad
Javier Villar: Hablemos ahora, Kuma-san, del ámbito URBANO, que es el tema central de este 2º Volumen.
Concebir un proyecto en el contexto urbano significa inevitablemente tratar con la estructura urbana circundante y sus arquitecturas cercanas existentes. Es casi como introducir a una persona en una sociedad que ya tiene sus normas y relaciones.
Las obras urbanas seleccionadas para este volumen se eligieron para ilustrar las diferentes estrategias que Kengo Kuma & Associates aplica en los proyectos cuando trabaja en contextos urbanos.
Las siguientes categorías no guardan necesariamente relación con un modus operandi específico establecido en el Kengo Kuma & Associates, por lo que es posible que no te sientas familiarizado con tales términos. Pero a efectos de este libro, creo que las siguientes categorías ayudan a simplificar y organizar el modo en que las obras urbanas de Kengo Kuma & Associates definen su presencia e interacción dentro de la ciudad.
Atraer, mimetizar, ocultar, ocupar, organizar
Los proyectos más icónicos pretenden, sin duda, destacar y ATRAER la atención entre el ruido de la ciudad; pero en otras ocasiones la estrategia parece ir en la dirección contraria: MIMETIZARSE mezclándose con el contexto existente, o incluso OCULTARSE. A veces el proyecto trabaja sobre una estructura ya existente OCUPÁNDOLA para darle un nuevo uso y expresión. Y en ocasiones, con un contexto totalmente desestructurado, en los límites de la ciudad, los proyectos asumen el reto de ORGANIZAR el contexto sentando las bases para una nueva estructura urbana.

Atraer
Si hablamos de ATRACCIÓN, de aquellos proyectos que pretenden convertirse en iconos dentro de la ciudad, destacando entre el «ruido arquitectónico», podemos ver claros ejemplos como la Torre Alberni en Vancouver o la Torre Soho en Shanghai, el c o el precioso Museo de Arte Hanling en la ciudad china de Ningbo. El objetivo de estos proyectos de convertirse en iconos puede venir de las expectativas de los clientes o, supongo que, en ocasiones, es la propia voluntad de los arquitectos de generar un cierto impacto.
¿Está de acuerdo en que en el siglo XXI sigue existiendo el “monumentalismo”, pero que en los proyectos de Kengo Kuma & Associates ese monumentalismo se consigue de formas diferentes -no basándose en la escala, las composiciones tipológicas, los simbolismos- sino a través de las expresiones abstractas de las pieles arquitectónicas, formadas por sofisticados detalles intrincados, utilizando materiales inesperados, creando impacto visual a través de geometrías desafiantes más que de composiciones objetuales?
Kengo Kuma: En KKAA, incluso cuando trabajamos en proyectos que pretenden ser sobresalientes, intentamos evitar el monumentalismo del siglo pasado.
Preferimos ver la ciudad como si fuera un jardín o un paisaje, donde la materialidad es más importante que las formas. En cualquier caso, tanto si un proyecto debe ser sobresaliente como si no, empezamos por elegir un material que creemos que encajaría en el lugar.
Esa elección es para nosotros el momento más importante del proyecto, dejando otras decisiones formales -como la forma o la composición- como aspectos secundarios dentro de nuestro proceso de diseño. Y estamos convencidos de que la gente se siente más cómoda y reacciona mejor a la materialidad que a la forma. La forma es un tema para intelectuales y expertos.
Al elegir el material y los detalles adecuados, creo que la gente puede establecer una conversación íntima con los edificios. Y tratando el entorno como un paisaje, incluso los volúmenes más sencillos y tranquilos pueden parecer extraordinarios y únicos. Por ejemplo, con el V&A de Dundee, empujamos el edificio hacia el río, sentándonos sobre el agua, creando una relación muy especial en todo el recinto, y haciendo que su sólido pero delicado volumen revestido pareciera muy elegantemente icónico.
Javier Villar: En esta forma de pensar la monumentalidad, la escala de la arquitectura deja de importar. La arquitectura se convierte en parte de lo que la rodea, por lo tanto, su escala se vuelve irrelevante.
Kengo Kuma: Exactamente. En realidad, en muchas ocasiones hacemos grandes esfuerzos por desglosar la escala de nuestros proyectos. En Japón tenemos este término «shaKengo Kumaei» que explica la idea de tomar prestado el paisaje.
En este sentido, un edificio no necesita tener una escala o forma sobresalientes porque toma prestado el carácter del contexto vecino, logrando una rica experiencia arquitectónica a través de esta relación sinérgica con el contexto. Creo que es un enfoque muy sostenible utilizar todo el contexto para conseguir atracción o monumentalidad, en lugar de consumir grandes recursos -energía, materiales, etc.- para conseguir edificios aislados, independientes y monumentales. – para lograr arquitecturas independientes, aisladas, no atractivas y de gran escala.
El monumentalismo antiguo pretende interactuar con la gente impresionándola. Creo que deberíamos aspirar a un monumentalismo que atraiga a la gente a través de la familiaridad y la comodidad.
Pienso que un edificio impresionante debería hacerte sentir como si te encontraras con un viejo amigo o como si recordaras algo que ya sabías.
Javier Villar: Este nuevo monumentalismo no pretende provocar una impresión fuerte -un momento de impacto, un punto de observación- manteniendo a las personas separadas de la propia arquitectura; intenta ser inclusivo, quiere hacerte entrar, haciéndote parte de una experiencia lineal compleja.
Kengo Kuma: Una experiencia secuencial es lo que realmente nos importa. Cuando diseñamos un edificio lo que estamos concibiendo es una experiencia particular más que el objeto arquitectónico en sí.
Por ejemplo, en el Museo Hiroshige Ando, recortamos el volumen del edificio, dejamos pasar a la gente hacia el patio trasero, donde descubrimos por sorpresa la impresionante presencia de la colina. Luego, al darnos la vuelta, descubrimos, por fin, la entrada del edificio, que nos da la bienvenida discretamente. Toda esa experiencia, junto con la comodidad de los materiales que nos acompañan a lo largo de toda la secuencia, es en lo que realmente pensamos cuando diseñamos.
Javier Villar: Esto nos lleva de nuevo a la idea de paisaje… esta experiencia es como pasear por un jardín.
Kengo Kuma: Sí, eso significa que tenemos que prestar atención a todos los sentidos, como el olor de los materiales, cómo la fachada o los detalles del tejado filtran la luz natural, cómo las superficies reflejan otras… es realmente como un jardín. Todo esto no se puede explicar en una foto. El monumentalismo clásico intenta ser fotogénico desde un punto de vista. Nosotros intentamos que el «tiempo» sea el camino de toda la experiencia arquitectónica, incluso cuando se nos exige hacer un «edificio impresionante».

Mimetizar
Javier Villar: Hablemos de lo contrario, de concebir una arquitectura que desaparezca, que intente MIMETIZARSE con su entorno.
Parece que en esos proyectos el propósito de encontrar una pista, un elemento especial del contexto, para diseñar el edificio de manera que se disfrace dentro de su contexto urbano.
Por ejemplo, el Centro Cutural de Asakusa, donde en lugar de proponer una torre de 6 plantas, la propuesta del concurso consistía en apilar 6 volúmenes que se asemejaran a las estructuras tradicionales de esa zona de Tokio. Es casi como rechazar la idea de construir una torre tal y como se exigía.
O el Museo Moderno Odunpazari que, a pesar de su tamaño, su volumen se descompuso en elementos más pequeños con una escala similar a las estructuras históricas del distrito circundante, que es un lugar protegido por la Unesco. Incluso el mayor de los edificios que ha diseñado hasta ahora, el Estadio Nacional de Japón, situado en el centro de la ciudad, intenta reducir el impacto de su enorme escala descomponiéndola mediante varios anillos horizontales.

Ocultar
En otros proyectos, los edificios parecen ESCONDERSE dentro de su contexto urbano.
Realmente, el Z58 del Barrio Francés de Shanghai, se oculta tras una pantalla de jardineras de espejo creando un efecto de holograma que borra su presencia.
El Museo Nezu, sitúa la entrada lejos de la esquina de la calle donde se encuentra -uno de los cruces más destacados de Tokio- y sólo lo descubrimos tras recorrer un largo y tranquilo camino protegido por generosos aleros a lo largo de bambúes plantados. Entramos en el vestíbulo sin fijarnos en el edificio en sí, así que lo primero que experimentamos es la vista abierta hacia el hermoso jardín. Podemos disfrutar del jardín y de las exposiciones y salir del museo sin siquiera prestar atención a su arquitectura. Esta es probablemente la característica más célebre de este proyecto. El Museo Audeum de Seúl, recientemente terminado, está cubierto por una pantalla abstracta de varillas de aluminio -que oculta todos los elementos arquitectónicos, refleja los tonos del cielo- y hace que uno se pregunte si lo que está viendo es un edificio u otra cosa.
Ahora que hemos hablado de casos de proyectos que MIMETIZAN u OCULTAN para desaparecer, es inevitable preguntarte si ¿crees que este tipo de proyectos son los que siguen más intensamente los conceptos que describiste en tus primeros escritos como los Anti-Objeto o la Arquitectura de la derrota?
Kengo Kuma: Esos proyectos ilustran de forma evidente ese tipo de actitud que he venido explicando en mis libros. Es muy fácil leer esas ideas en esos proyectos. Pero es en todos los proyectos en los que enfoco la arquitectura de esa misma manera, tanto si se ocultan como si imponen una fuerte presencia. Para mí lo más importante es siempre el equilibrio entre la arquitectura y el lugar en el que se asienta. Y en todos los proyectos, una vez más, tanto si se ocultan como si imponen una fuerte presencia, mi objetivo es crear una experiencia fuerte y única… una experiencia conmovedora. Incluso en aquellos proyectos que buscan la discreción, eso no significa que renuncie a crear una impresión significativa y duradera en quienes los experimentan. Me gusta pensar que el diseño de experiencias es más relevante para nosotros que el diseño de los propios edificios.

Ocupar
Javier Villar: Si hablamos de edificios que OCUPAN estructuras existentes, es inevitable abordar la idea de patrimonio y el significado que esas estructuras existentes tenían en su contexto, a pesar de estar ya obsoletas.
Proyectos como el Astillero de Shanghai, o el Shinpunkan de Kioto que tuvieron que insertarse en estructuras industriales de mediados de siglo con tanto carisma y presencia en la ciudad por su escala, y su impresionante fábrica de ladrillo. En el caso de Kioto, el edificio fue diseñado por Tetsuro Yoshida, uno de los primeros maestros de la arquitectura moderna japonesa; y en el caso del Nuevo Kabuki de Osaka -teatro de nivel nacional- fue una obra maestra diseñada por Togo Murano en 1958.
Todas estas estructuras tienen un gran significado. Su presencia icónica es ya una parte esencial de la identidad de la ciudad. ¿Cómo aborda este inevitable diálogo con la historia en este tipo de proyectos?
Kengo Kuma: Al trabajar en proyectos en los que ocupamos estructuras antiguas, tengan o no un significado importante, sean piezas arquitectónicas excepcionales o simplemente estructuras antiguas con encanto, intentamos abordarlo con la misma idea de «shaKengo Kumaei» -tomar prestado el escenario- que mencionaba antes.
Establecer un contraste o una confrontación con otra estructura me parece bastante difícil.
Prefiero la idea de considerar esas estructuras existentes como un paisaje con el que trabajar, un escenario con el que podemos establecer sinergias para hacer de ambas, la antigua y la nueva, una arquitectura más interesante de experimentar. La combinación de las distintas capas que plantean lo antiguo y lo nuevo puede amplificarse mutuamente.
Creo que este tipo de actitud nos permite trabajar cómodamente con las viejas estructuras existentes, sean encantadoras o «feas», y no importa dónde, ya sea en Japón, Asia o cualquier otro país o cultura.
Organizar
Javier Villar: Hablemos de la última categoría, ORGANIZAR, de proyectos que se desarrollan en zonas que forman parte de la ciudad, seguramente no rurales, pero que aún carecen de estructura urbana. En el borde de la ciudad antes de encontrarse con lo rural, o en el límite de un bosque o un lago, estos proyectos no sólo aportan una solución arquitectónica, sino que pretenden organizar todo el contexto, con un nuevo orden.
Por ejemplo, el Instituto de Física del Delta del Yangtsé, con su escala organizada por una marcada geometría cartesiana, consigue formalizar el contacto de la ciudad con el río. Sus amplios espacios públicos protegidos, que actúan como marcos a escala urbana, permiten disfrutar no sólo del paisaje acuático adyacente, sino también de las hermosas colinas al otro lado del río.
Algo parecido ocurre con Portmix Shanghai, asentado en un terreno sobrante entre el aeropuerto y un río, que consigue aportar un nuevo orden a la zona con su huella confiada e invirtiendo en espacios públicos de calidad que brindan a la gente la oportunidad de observar, disfrutar y comprender toda la zona.
Los campus son también un caso de contexto urbano que suele brindar a los proyectos la oportunidad de ir más allá de su alcance arquitectónico y proponer un orden urbano. Es el caso del Grand Morillon de Ginebra o del Art Lab de la EPFL en Lausana. Este último, curiosamente, empezó como un concurso para proponer tres estructuras diferentes -un café, un museo y una galería de medios-, así que la idea era premiar a tres estudios de arquitectura. Como director del proyecto, aún recuerdo con intensa vacilación el momento en que decidimos desarrollar una propuesta de una sola estructura en lugar de tres; me pareció una apuesta muy arriesgada.
Pero unificar fuerzas en un solo edificio, haciéndolo muy delgado para conseguir una longitud de 300 metros, nos permitió organizar toda la zona desolada con un solo trazo confiado, y por tanto ganar las tres propuestas a la vez. Por eso lo llamamos entonces «Bajo un mismo techo».
Kengo Kuma: En este tipo de proyectos, en los que tenemos que crear nuestro propio contexto, es especialmente importante diseñar teniendo en mente todo el paisaje.
Nos gusta ignorar los límites del solar. Los límites del solar, los límites de la propiedad… el concepto de solar es una idea artificial con el propósito de definir y proteger la propiedad; es una herramienta económica. Al pensar más allá del solar, conseguimos dar a conocer las cualidades de un lugar; o tomamos prestadas las cualidades del entorno en lugares que de entrada no tienen tanto encanto. Con un efecto dominó, un edificio que consigue entender todo su contexto y proponerle un cierto orden, puede amplificar su impacto cualitativo a todo el paisaje circundante. Me gusta pensar que es acupuntura.
La arquitectura es una herramienta que nos permite definir y cualificar todo el paisaje, ya sea urbano o rural, y deberíamos utilizarla con ese propósito y ambición.
Javier Villar: ¡Hagámoslo! Muchas gracias. (fin de la conversación)