“Luciano Kruk es el triunfo de la coherencia y calidad de su sistema estético y constructivo.”

El texto «El lenguaje estético constructivo de Luciano Kruk» escrito por Javier Poyatos Sebastián fue publicado en el nº 146 de TC Cuadernos y permite conocer más a este arquitecto argentino quien, pese a su juventud, muestra una metodología arquitectónica que hace presagiar un extraordinario futuro arquitectónico.
Autor del texto: Javier Poyatos Sebastián
Luciano Kruk es un interesante y cualificado arquitecto argentino cuya obra está llamando poderosamente la atención obteniendo abundantes galardones, siendo profesor invitado en universidades americanas y europeas. Natural de Buenos Aires estudió arquitectura en esta ciudad empezando en el año 2000 su brillante ejercicio profesional en equipo con Besonías y Almeida. En el 2012 funda su propio estudio de arquitectura también en Buenos Aires. Se ha hecho popular especialmente por sus sorprendentes viviendas unifamiliares sobre bellos terrenos arenosos en la costa Atlántica de Argentina.
Con tono sencillo y cercano Kruk habla de su primera vocación infantil hacia la arquitectura y la ingeniería civil, de sus dibujos de niño de ciudades y puentes, una vocación incipiente que anticipaba ya su maestría actual. En su formación Kruk ha aprendido de muchos maestros. Durante la carrera admiraba a Le Corbusier y sobre todo a Mies, estudiaba de memoria sus proyectos, se impregnaba de ellos. Para él los grandes maestros son la base para el aprendizaje de cualquier estudiante de arquitectura. Pero después ha ido descubriendo y aprovechando otros arquitectos contemporáneos: Rafael Iglesia, Siza, Zumthor, Smiljan Radic, RCR. Son algunas arquitecturas del arquitecto argentino Rafael Iglesia las que le han determinado de una manera más especial, como su Casa en la Barranca del año 2000, o el Edificio Altamira de 2001.
No obstante todas estas variadas influencias Luciano Kruk ha desarrollado ese personal y reconocible lenguaje arquitectónico que él llama con acierto “sistema estético y constructivo”.
El lenguaje es siempre constante pero con infinidad de variantes, adaptaciones y desarrollos para cada edifico, dentro de un gran rigor geométrico.
Sus construcciones son de hormigón visto por una razón de sostenibilidad dado su fácil mantenimiento posterior. Existe además en Argentina una buena tradición constructiva de esta técnica. La elección del material se realiza pues por motivos de sencillez práctica, de construir con reducidos recursos y optimizar además los espacios. A la vez el hormigón visto proporciona una estética adecuada. Su rusticidad y textura, así como el color, se adaptan bien a los paisajes arenosos y boscosos que acogen sus casas. Para Kruk la obtención de la armonía de sus edificios con el entorno es primordial, habla de “convivencia dialogal con el territorio”.
Los volúmenes de sus casas son en esencia simples, claros y contundentes aunque luego se matizan y enriquecen con variedad de sutilezas, pliegues y transformaciones delicadas. Los planos de hormigón, de perfiles reducidos, se articulan con generosas superficies trasparentes de vidrio, en armoniosas composiciones plásticas. La rusticidad del hormigón contrasta con la limpieza del vidrio y la elegancia general de las formas.
En realidad sus casas de hormigón son básicamente estructuras a las que pide un poco más al material, que no se queda sólo como esqueleto estructural sino que también genera la estructura espacial de la casa. Y además las paredes de hormigón aportan elementos que sirven al edificio: estantes, mesitas de noche, respaldo de camas, etc. Busca así alejarse de lo establecido y experimentar otras opciones de uso y de estética.
El control y virtuosismo geométrico de Kruk es completo en sus plantas, alzados y secciones. Nada parece casual o arbitrario sino que responde a un rigor de armonía y de funcionalidad.
Existe una disposición estratégica y calculada de todas las estancias en un conjunto extremadamente coherente y estimulante.
Sus casas seleccionan y enmarcan en sus paredes las vistas del entorno para disfrutar de ellas. Los tabiques protegen de la luz y de vistas no deseadas. Se generan elementos que vuelan propiciando espacios semicubiertos, protecciones solares. Juega con los efectos de luz en sus diversos barridos durante el día. Se crean pliegues y escaleras de gran contenido escultórico. Se buscan contrastes sensoriales, intimidades. Kruk otorga enriquecimientos continuos del habitar: “ese intercambio místico que a veces surge entre las personas y las cosas”, afirma.
Los textos que presenta en las obras de esta publicación son elocuentes sobre las múltiples intenciones funcionales y estéticas que aportan estos proyectos en su aparente sencillez.
Cuando Kruk habla de metodología de proyecto coloca en primer lugar el comprender muy bien el problema que hay que resolver y los datos que tiene para dar una respuesta: las características del lugar, la topografía, la ubicación de los árboles, las reglamentaciones de la construcción, lo que pide el cliente. Kruk desea responder con mucha precisión a las demandas del cliente, al programa, pero también a los sentimientos y sueños del propietario. “Me meto mucho en eso, escucho mucho eso. Parte del éxito del proyecto es responder a esas expectativas de cada cliente”.
A partir de esos datos “pienso lo que para mí sea lo ideal para ese lugar y para esas condiciones de cliente, desde lo que conozco, lo que estudio, lo que veo. Y para trabajar con felicidad sin aburrirme incorporo algo propio que no está en los datos para dotar de interés, de gracia, de calidad al proyecto y también para entusiasmarme y hacerlo con ganas, con felicidad.” Se trata pues de una metodología que une el rigor y la emoción creativa.
Estos fundamentos de la arquitectura de Kruk responden bien a aspectos importantes resaltados para la arquitectura de hoy por Kenneth Frampton en su relevante ensayo Rappel à l’ordre: en favor de la tectónica .
Frampton afirma en este ensayo: “la arquitectura debe encarnarse por necesidad en una forma estructural y constructiva”. De este modo Frampton concluye en su epílogo: “dentro de la arquitectura, lo tectónico se presenta como una categoría mítica con la que tener acceso a un mundo antitransformador en el que la “presencia” de las cosas facilitará de nuevo la actuación y la experiencia de los seres humanos”. Así ocurre con los edificios de Kruk, su fuerte “presencia” tectónica clarifica y estimula la vida y la experiencia estética-funcional de sus moradores.
No obstante la indudable personalidad de su lenguaje arquitectónico Luciano Kruk no busca un estilo propio. Desarrolla un mecanismo para dar el tipo de respuestas indicadas y así va consolidando una forma de resolver y de trabajar. No existen rigidices sino apertura a cambios desde las nuevas experiencias, emociones y conocimientos de otras arquitecturas que le interesan y que “le despiertan ciertas movilizaciones”.
Las espectaculares viviendas unifamiliares en el campo son las arquitecturas de Kruk que mejor responden a esta perspectiva proyectual. No obstante ha realizado interesantes edificios residenciales en ámbitos urbanos en hormigón visto, también por razones estéticas y de mantenimiento. Son edificios cargados igualmente de acertadas intenciones funcionales e impecable interés estético.
La todavía juventud de Luciano Kruk muestra ya una maestría arquitectónica palpable que hace presagiar un futuro arquitectónico de extraordinario valor en el panorama argentino e internacional. Es el triunfo de la coherencia y calidad de su sistema estético y constructivo.